miércoles, 19 de agosto de 2009

Don Ciccio, o la singularidad del espacio-tiempo



Don Ciccio es otro concepto en chivitos. Hasta que uno debería enfrentarse al mandato legalista de definir si Don Ciccio califica para el epíteto de chivito. Pero como la onda aquí es más improvisada que otra cosa, me hago el boludo sobre el tema y zafo de una disquisición que reservo, en todo caso, para otro momento.

Y acá digo, para los outdated adoradores de Los Francesitos: al chivito no le alcanza con ser chico y caro (amén del obvio bueno) para catalogar de gourmet. Ni siquiera tiene que ser chico (aunque parece que si tiene que ser caro). Tiene que ser creativo, fresco, distinto. Y este lo es.

El tema de Don Ciccio es la singularidad de aquello que normalmente delimita al chivito, lo contiene, marca el adentro y el afuera a ese universo de sabor, y que es a la vez responsable de la textura y estructura del mismo: el pan. Y en Don Ciccio se las arreglaron para hacer del pan una cosa distinta. El asunto no tiene miga, literalmente. Es pura costra crocante. Y no es que le sacaron la miga. Lo hicieron sin miga. Una estructura rígida que en su interior contiene lo que un chivito normalmente contiene sin dejar que se arme desparramo cuando uno aplica el mordiscón . Un contenedor impermeable que impide que uno se enchastre las manos (igual me imagino que hay gente que se las arregla) cuando el chivito suda su superavit de sabor (mucho más efectivo, en estos sentidos, que la bolsita de Fergus). Una concha que envuelve lo de adentro dándole una prolija forma ovoide. Una cosa increíble.

El tema este no es joda, porque no debe ser fácil que el pan queda como les queda. Acá parece haber jugado a favor la tradición pizzera de la gente del lugar, que pareciera poder adjudicarse alguna que otra teoría de la crocancia.

Del pan hacia adentro, es un chivito muy bueno. Tiene todo, pero sin irse al carajo como el de Fergus o el infame Marcos. Viene con tomate, lechuga, cebolla (esta si estaba frita o algo así), panceta, jamón, muzarella, huevo, aceitunas, palmito y morrón. Salsas no hay, pero no hacen falta. Las aceitunas vienen enteras, lo que crea una capa tan simpática para la vista como para el paladar. Y un detalle: el huevo no es duro, sino frito. El mio estaba en su punto justo, y la yema chorreaba apenas. La carne de primera, y le hacía de anillos al saturno chivito (o sea, pa'los que astronomía es una ciencia esotérica, sobresaía del pan).

A la vista era tan prolijo por adentro como por afuera. Capas bien definidas, con el remache de las aceitunas arriba de todo. Te lo sirven cortado en dos y abierto en ángulo para que te lo comas con el debido respeto.



De tamaño estábamos más que bien. El Note dió cuenta de uno entero, yo aflojé cerca del final, y las mujeres compartieron uno. Viene con unas fritas finitas medio raras, pero que están buenas. Puede que hayan estado un toque crudas, pero no estamos seguros. Igual no importó.

El lugar está bueno, pero es bien plástico. Acá, me parece que lo prolijo no justifica la falta ya no de carisma, sino de personalidad. Igual, si hablamos de personalidad, la de nuestro amigo el mozo, alcanzó y sobró.

Y acá te digo, mi querido garzón: en democracia, cada uno tiene el derecho a pedir el chivito como se le cante. Y no da que nos pongas cara. Es medio feo hacerle eso a un cliente. No importa si te mareamos con las excepciones (y qué te importa si lo pido sin panceta, jamón y queso, o sin aceitunas, panceta y morrón). Y otra cosa: lo que le sacamos al chivito me lo cobrás igual, así que si te pido la panceta al costado, por una cuestión tan de principios como de cerdosnomás, bancátelas, tomá nota, y hacé lo tuyo. Después repuntaste un poco. Pero tá.

Tema no menor. Don Ciccio tiene hasta ahora el record oficial al chivito más caro. Hicimos un rápido "quién dá más" entre amigos y conocidos para cotejarlo. A algunos incluso los despertamos en la mitad de la noche (sorry Miguel). 260 mangos el chivito. Yo diría que se fueron al carajo. (N.R.: la comparación es en unidades absolutas, que comprenden el combo chivito+fritas. Si vamos a lo relativo, de cuantos uno tiene que comer para quedar satisfecho, comparado con el de Los Francesitos - que te obliga a comer dos para quedar medio pipón - deja de ser el más caro).

Obvio que para justificar el precio, te la hacen bien, y te ceban con una focaccia, unas tostaditas, y de postre un budín y lemonchello. Ahora, cuando las tostaditas son pan de ayer con tomate picado, y la focaccia está seca y demasiado salada, te da bronca tener que empeñar las joyas de La Oma para pagar la cuenta. Y otra cosa: chivito con budín y lemoncello? Hasta la fusión culinaria tiene un límite...

El detalle que faltó: los vasos frappé para la birra.

Igual volvemos.


1 comentario:

Feña dijo...

les hicimos caso, caminamos con hambre hasta don Ciccio, pero cierran a la hora de almuerzo. Craso error, a mi juicio.

paramos en Marcos y estuvo muy bien. Más vale chivito regular pero abierto que chivito maravilloso cerrado.