miércoles, 1 de octubre de 2014

Alguien nos lee!!!!

Queridos chivitureros, cuando arranqué el Chivitur hace un par de años nunca me imaginé que alguien le fuera a dar bola. Hoy me honran pidiéndome que presente un excelente libro sobre el Chivito que escribieron Alejandro Sequeria y Armando Olveira Ramos, a quienes agradezco profundamente la invitación. Para quienes quieran ir, es el viernes 10/10 a las 17 en la Intendencia.


miércoles, 25 de junio de 2014

El Tiqui Taca - un buen chitivo que marea

Era un sábado a la noche, más frío que chivito berreta de delivery en bicicleta. Llegué a lo de mis suegros y acababan de pedir en el Tiqui Taca. Ahí nomás me ofrecieron pedirme uno en Fergus, pero no podía ser tan hinchabolas así que llamé raudamente y agregué uno más al pedido.

El Tiqui Taca lo conocí hace tiempo junto con el amigo Note. Caímos ahí en la época en la que Fergus estaba cerrado, y la verdad que me gustó mucho. Lamentablemente, el Note me hizo tomar demasiada cerveza así que me dio fiaca escribir el review después.

Este segundo encuentro con la chivitería onomatopéyica no defraudó, y la recomiendo al que quiera comer un chivo distinto, como pa’variar.

Para empezar, el Tiqui Taca apuesta a la batta, aunque para los aburridos y conservadores te dan la posibilidad de pedirlo en tortuga.

La batta cambia toda la experiencia del chivito. Lo primer diferencia es geométrica. La tortuga es bien despelotada y pluralista, en el sentido que podés empezar a comer por cualquier lado y si querés lo vas atacando por distintos frentes, mientras que la batta es más facha y, salvo que te hayas olvidado de tomar la medicación que te dio el psiquiatra, lo empezás por una de las puntas y lo terminás en la otra, comiéndolo en prolijo sentido longitudinal.

Pero lo que más importa es que la batta tiende a deshacerse menos que la tortuga, y me parece que tiene una mejor performance a la hora de juntar los jugos, con lo que te comés un chivito más sabroso sin que se te desarme.

Otro punto a favor del Tiqui Taca es que cada chivito viene prolijamente envuelto en papel de aluminio, con lo que te llega doblemente bien armadito (una por la batta, la otra por el papel) y hasta casi te diría que más caliente. Para los maniáticos como yo esto es super importante, porque la verdad que no me dan muchas ganas de tener que meter los garfios en mayonesas varias para reacomodar el tomate y distribuir equitativamente la panceta.
Además te lo etiquetan bien, como para que no quede dudas de quién es cada uno.

Los ingredientes eran muy buenos, todo con gusto a fresco, y la carne bien tiernita, sabrosa y en buen punto de cocción. No había exceso pero tampoco falta, y el conjunto en su totalidad tenía la humedad justa.

Hasta acá todo bien, y es una experiencia que recomiendo y que seguramente repetiré.

Hay solo un punto que cambiaría, y es que me parece que el que les armó el menú no entiende nada. La verdad que mandar un menú con 17 tipos de chivito me paree una exageración bastante molesta. Está bueno que te recomienden combinaciones, pero, sabiendo que parte de la esencia del chivito es la customización, creo que más que inspirar el menú marea. Tenés que hacer un doctorado para entender cuál es el chivito que más cerca está de lo que te gusta, y de ahí empezar con los “pongo y saco”.

A pesar de esto, y una vez que te amigás con el menú, rescatás que tienen ingredientes que no encontrás en todos lados, arrancando por champignones, siguiendo por choclo y palta, y terminando en rúcula y queso de cabra. Pero para cuando te das cuenta de que existen ya estás tan mareado que seguro terminás en el famoso y siempre bien ponderado canadiense.

Veredicto: una opción para repetir seguido sin chance de aburrirte.

sábado, 26 de abril de 2014

Si cruzás la calle cambiabas chivito por rodizio

Si andas por Rivera en El Borrego podes comer un chivito decente. No se si es más que eso, pero a veces eso ya es mucho.

Ficha técnica:


  • Buenos ingredientes, especialmente la panceta, que el planchero sabe sacar bien crocantita. 
  • Por ahí es un poco desbundado a la hora de comerlo, pero eso se le perdona por la generosa intención de abundancia. Vale decir que por primera vez en años tuve que recurrir al cuchillo y tenedor, algo que habitualmente considero casi pecaminoso.
  • Punto flojo para el pan. Promete mucho, y el sésamo siempre suma, pero peca de seco, al punto de desarmarse cuando lo querés comer con las manos. 
  • La carne super sabrosa y tierna, y si no fuera porque las dos veces que lo pedí vino medio chamuscada hasta me daría cuenta de si es de buena calidad.

Veredicto: no necesariamente vale la pena, pero es un buen refugio de calidad y precio en una zona donde eso ya es mucho decir.